La educación emocional e intelectual

La educación emocional e intelectual

(1era Parte)

Un reto de nuestra institución que empieza por la preparación y motivación de nuestros docentes

La salud mental de los docentes. Un objetivo claro para lograr una educación integral de los estudiantes.

Es claro que los niños y jóvenes pasan muchas horas en los centros educativos y compartiendo con compañeros, profesores y demás personal que influencian en su vida diaria y en su formación. Somos para muchos el ejemplo a seguir, un ideal de profesional o de ciudadano. Ellos llevan sus ideas y vivencias de la escuela a sus casas y para compartir con sus familiares.

Luego de este proceso, los niños y jóvenes salen al mundo a conquistar sus sueños, ¿pero están realmente preparados para enfrentarse a los retos que la sociedad le presenta?

Debemos estar pendientes de esto, la formación integral de nuestros estudiantes es de mucha importancia; no es solo su capacidad intelectual sino su desarrollo de inteligencia emocional y la forma en que pueden enfrentarse a diversas situaciones de la vida.

Es necesario orientar nuestro esfuerzo hacia este objetivo, el desarrollo sólido de su capacidad intelectual y al desarrollo de su inteligencia emocional.

Para esto debemos enfocarnos e ir aprendiendo como desarrollar esas capacidades en los niños y jóvenes: UNA EDUCACIÓN INTELECTUAL Y UNA INTELIGENCIA EMOCIONAL INTEGRALMENTE ÓPTIMA.

Este es nuestro reto en la Escuela y Colegio Del Valle.

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Día del libro

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Práctica de deporte

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¿Cómo ir logrando este objetivo?

  • Tener un conocimiento intuitivo e informarse de la situación que vive cada estudiante, ubicar su situación con el entorno, su edad y su familia.
  • Estar atento a las reacciones de niño o joven a la hora de enfrentarse a situaciones de estrés, enojo o sentimentales.
  • Tener un control propio de nuestra conducta ante situaciones de conflicto con la población estudiantil. Mantener la calma, el respeto, el tono de voz, y serenidad a la hora de enfrentar una situación de desequilibrio emocional con nuestros estudiantes.
  • Conocer técnicas efectivas de control y resolución de conflictos.
  • Tener comunicación afectiva y efectiva sin perder la autoridad y el respeto.
  • Una permanente reflexión crítica y constante acerca del trabajo que desarrollamos siempre, cada vez que se sale de la clase o de un día de labores.
  • Una verdadera vocación por la educación y constante motivación hacia la labor docente que desarrollamos.
  • Debemos tener un constante crecimiento de nuestro aprendizaje intelectual y emocional en paralelo al de los estudiantes.

Basado en lo anterior, se reconoce la importancia que tiene la salud mental y emocional del docente, determinando su calidad como educador y de formador de una inteligencia emocional integral de cada uno de sus estudiantes paralelo a sus capacidades intelectuales.

El educador debe ser consciente de su papel protagónico en la gestión de un ambiente en el aula que puede ser favorable o desfavorable para el aprendizaje propio y el de sus educandos. En este sentido, el impacto de la salud mental y emocional del profesor sobre su calidad como educador de las emociones y su capacidad para crear climas en el aula de crecimiento emocional y cognitivo es también un aspecto fundamental.

Jason Baldi Padilla
Director operativo

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